Política Exterior
La huella global de Trump
Diciembre de 2024
En 2016, MAGA (Make America Great Again) no era mucho más que un eslogan electoral acuñado en Estados Unidos. En el mejor de los casos, se trataba de una reacción de miedo ante una sobredosis de incertidumbre y desigualdad. Sin embargo, en estos últimos ocho años, MAGA ha terminado por convertirse en una alternativa visión política del mundo que abarca desde Israel hasta India, pasando por toda Europa.
El trumpismo como declinación nacionalista del populismo clásico ha demostrado ser capaz de ganar el apoyo de la clase trabajadora. Ha articulado, además, una cosmovisión iliberal suficientemente atractiva como para alzarse con el voto electoral y el voto popular en las últimas presidenciales de Estados Unidos y llevar de nuevo a Donald Trump a la Casa Blanca.
Trump y su huella global ha sabido aprovecharse del declive de las democracias liberales cuyos síntomas resultan demasiado familiares: crisis de los partidos políticos tradicionales y desaparición del principio de corresponsabilidad en la gobernanza de lo público; hiper-liderazgos de los llamados hombres fuertes; normalización de la mentira en el lenguaje político; ascenso de las minorías que logran priorizar el interés propio por encima del bien común; corrosión democrática que supone maximizar el poder ejecutivo en detrimento de cualquier otro contrapoder; asalto al Estado de Derecho y quiebra del principio de igualdad ante la ley; además del olvido de los ciudadanos más vulnerables.
Mientras las democracias se empeñan en devorarse a sí mismas, las autocracias parecen vivir su mejor momento desde los años treinta del siglo pasado. Como consecuencia, el peligro ha dejado de ser un futurible para afianzarse en nuestro presente. En la sección de Estudios de este número analizamos un fenómeno global que ya no es un paréntesis en la historia de Estados Unidos, con serias consecuencias en la era geopolítica en la que nos adentramos.•